Según el autor, las normas del Código civil sobre la sucesión forzosa merecen el beneficio de la duda por estar consolidadas por una larga experiencia, asentadas en la conciencia social, y por ser un modo sensato y razonable de articular los principios constitucionales y éticos que la sucesión pone en juego: la libertad de testar y la protección de la familia.